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Barcos desaparecidos II. El misterio del Mary Celeste

14 enero 2016

La desaparición del Mary Celeste supera todos los límites del entendimiento. Del bergantín que zarpó el 7 de noviembre de 1872 no quedó ni rastro humano. Solo un montón de madera y provisiones fueron los testigos mudos de un expediente que, casi como si fuera un capricho del destino, todavía surca los mares en busca de alguien, o algo, que le de una explicación.

El Mary Celeste, una desaparición inexplicable

El capitán del Mary Celeste, Benjamin S. Briggs, en ningún caso, se podía imaginar lo que iba a suceder con su embarcación cuando en ella subían su mujer y su hija junto a otros 7 hombres. El objetivo estaba muy claro. Transportar 1.700 barriles de alcohol por petición expresa de la firma H. Mascarenhas & Co con el único propósito de aumentar considerablemente la graduación de sus vinos.

Todo transcurría con normalidad desde el mismo momento de su salida desde el puerto de Nueva York. Una normalidad que quedaba reflejada concienzudamente en las diferentes anotaciones que el capitán hacía en su cuaderno de bitácora. El objetivo, que no era otro que alcanzar el puerto de Génova, estaba cada vez más cerca hasta que de pronto, concretamente el día 25 de ese mismo mes de noviembre, las notas del señor Briggs ya no tenían reflejo en el cuaderno de la embarcación. Únicamente en la pizarra del puente se indicaba que habían alcanzado las Azores. El Mary Celeste, de manera súbita dejó de tener vida.

Mary Celeste

Encuentran la embarcación vacía

Tuvieron que pasar otros 10 días para que el Mary Celeste fuese hallado a la deriva. Y es que, el 5 de diciembre de 1872, a eso de las 3 de la tarde aproximadamente, otro bergantín, en este caso el Dei Gratia, tuvo un encuentro fortuito con él al este de las Azores.

Tras varios intentos, todos ellos infructuosos, para tratar de ponerse en contacto con el capitán o su tripulación, los integrantes de esta segunda embarcación decidieron abordarlo para saber si había sucedido algo ya que aquella situación no era normal. Una situación que pasó de anormal a extremadamente extraña cuando descubrieron que en aquel bergantín no quedaba absolutamente nadie. Ni el capitán, ni la tripulación ni tampoco la familia del capitán. Era como si se hubieran evaporado.

A partir de aquel momento, y sobre todo con el paso del tiempo y con las confidencias que fueron haciendo los integrantes del Dei Gratia, se fueron construyendo diferentes teorías que trataban de arrojar luz a un caso que, seguramente, se quede en la más absoluta oscuridad por el resto de nuestros días.

¿Por qué todos los objetos personales de la tripulación estaban perfectamente ordenados? ¿Qué explicación tiene que la comida estuviera en la mesa, y sin tocar, como si se dispusieran a comer? ¿Por qué no había ninguna anotación sobre algún fenómeno meteorológico de interés o ataque de otra embarcación? ¿Pudo tratarse de un robo cuando los objetos de más valor, incluidas algunas pequeñas joyas de la mujer del capitán, todavía se encontraban allí? ¿Cómo se pudieron esfumar 10 personas sin dejar ningún rastro y sin haber signos de ninguna clase de accidente?

Quizá por no tener solución a todos estos interrogantes, las personas, todos ellos pertenecientes al Dei Gratia, no tardaron más de unos cuantos minutos en abandonar el Mary Celeste. Quién sabe si, por algún motivo que desconocemos, la atmósfera allí era extraña. Un mar de preguntas, nunca mejor dicho, y ninguna respuesta que dar.

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