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Una historia de barcos. Por Guillermo Altadill

22 agosto 2015

Guillermo Altadill -Neutrogena-llegada

Pocas veces un regatista comunica sus sentimientos y abre sus sensaciones al público general. Por eso mismo, es de agradecer que nos regalen estas pinceladas de emociones que acercan las figuras, en esta caso de la vela oceánica, a los aficionados y amantes de la náutica. Guillermo Altadill es uno de los regatistas mas reconocidos en el panorama de la vela española e internacional. Su curriculum es digno de admiración y lo más importante, aun tiene «cabo» para rato.

Guillermo Altadill lleva a sus espaldas la friolera de 7 vueltas al mundo completadas, navegando en monocascos y multicascos de alta competición. La última vuelta al mundo la completó hace pocos meses durante la Barcelona World Race junto al chileno José Muñoz a bordo del Neutrógena, finalizando segundos en esta gran regata. Ahora, este Imoca 60 pasa a nuevas manos y Guillermo Altadill nos descubre su forma de sentir este momento de su vida y la íntima relación que tiene con sus «barcos». Guillermo, gracias por compartirlo y dejarnos publicarlo en tu nombre. Espero que lo disfrutéis, igual o más de lo que lo he hecho yo.

Guillermo Altadill - neutrogena

«Hoy he estado en mi antiguo barco, se llamaba Neutrogena hasta hace poco, fui para ojear unos archivos que se habían quedado en el ordenador de abordo; la semana que viene el nuevo propietario se lo llevará navegando a Lorient. Estaba en Endeavour Quay –en seco–. De una forma u otra quería despedirme de él . Desde que se tiró al agua en 2007 bajo el nombre y los colores de Estrella Damm, hasta hace unos días hemos tenido una relación de idas y venidas , algo extraño , una larga historia de amor y de odio. Siempre he creído que los barcos tienen alma, y si te portas bien con ellos, ellos se portan bien contigo, en ocasiones incluso he llegado a hablarle, algunas veces para maldecirlo y otras para darle ánimos o quizá para dármelos a mi mismo . Al principio no nos entendíamos, sus constantes averías me dejaban siempre a medias en las regatas. Mas tarde pasó por diferentes skippers y otros sponsors, el barco siguió con la misma tónica que conmigo , había sido siempre un barco rápido y ganador, pero por una u otra razón no terminaba las regatas en las que en multitud de ocasiones navegaba en cabeza. El destino hizo que después de varios años nos cruzáramos de nuevo y volviermos a navegar juntos, primero como Hugo Boss y luego como Neutrogena. Descartando practicarle un exorcismo, llegamos a un acuerdo, un pacto que al parecer aceptó. Los resultados empezaron a mejorar. Si, ya se que muchos pensarán que es una tontería o una locura, pero acaso los regatistas oceánicos no estamos locos? Mejor estar a buenas con alguien, –o algo– del cual depende tu vida, manteniéndote a flote cuando estás en medio del inhóspito y frío Océano . Hace pocos meses completamos juntos una Vuelta al Mundo, la Barcelona World Race, lo habíamos intentado antes pero no habia funcionado,, varias averias nos llevaron a parar en Ciudad del Cabo,,,esta vez me llevó a lo largo de 25.000 millas sin escalas. Lo trate bien,,,bueno,,, todo lo bien que se puede tratar a un barco de regatas, acabamos segundos, luchamos para ganar, como un equipo, dejando atrás viejas rencillas aparcando los malos momentos, y los sinsabores que no fueron pocos. Le he echado una última mirada antes de irme y cuando ya estaba saliendo por la escotilla he visto, detrás de una pantalla de los instrumentos, en la mesa de navegación, escondido, observándome, un San Cristóbal que alguien me regaló antes de la BWR, ha estado allí desde entonces y ha hecho toda la Vuelta al Mundo como testigo imperturbable de momentos de ilusión, de incertidumbre y de confianza, de miedo y de coraje; durante 89 días fue el único objeto que unía mi pequeño mundo dentro de ese barco con el resto de la humanidad. Por un momento estuve tentado de cogerlo, pero no sabía bien que hacer, así que decidí dejarlo, pensé que formaba parte del barco y que no tenía ningún derecho a llevarmelo. Pero cuando salía del barco gire la cabeza y le lance una ultima mirada, y me pareció que ese San Cristobal tenía mas ganas que yo de irse, entre de nuevo, abrí el tambucho y me metí el San Cristóbal en el bolsillo, me pareció que me daba las gracias, la verdad es que pensé que me haría falta para la próxima regata y que si lo había encontrado era porque el barco estaba deseando librarse de él y me lo devolvía. No soy muy religioso, tampoco supersticioso, pero siempre me guió por mis instintos y algo me dijo que lo cogiera, que algún día me volvería a dar suerte, volví a bajar las escaleras , y cuando abría la verja del varadero le eché una última mirada al barco, seguía estático, imperturbable en su cuna fuera del agua , me asegure que no hubiera nadie cerca y me tomara por un gilipollas y entonces le susurre, un, buena suerte colega!! , Y me fui con el San Cristóbal en mi bolsillo, el se quedó allí, en el solitario varadero, esperando a su nuevo skipper.»

Guillermo Altadill
Ex skipper Neutrogena