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Fiasco de la Tall Ship Race a su paso por España

30 agosto 2016

La Tall Ship Race, regata de grandes veleros clásicos que recorre varios paises del Atlántico europeo ha tenido durante esta edición dos paradas en España, visitando la ciudad de Cádiz, en Andalucía, y la de A Coruña, en Galicia.

La Tall Ship Race es una regata que se aparta de todo lo que normalmente va acompañado a este tipo de eventos náuticos, apostando más por los valores de hermandad y convivencia que por los de competición y tecnología. Es por ello que este evento se convierte en mucho más social y donde la empatía con la gente de cada una de las ciudades que visita es enorme, congregando a grandes multitudes en los puertos, aficionados, simpatizantes o simplemente curiosos que van a observar la majestuosidad de estos antiguos veleros.

La Tall Ship Race no es la primera vez que visita España, siendo un fijo en las últimas ediciones que se han celebrado, apostando siempre por Cádiz y A Coruña como puertos de alguna de sus etapas.

Tall Ship Race 1

Si la edición del 2012, la Tall Ship Race fue, a boca de los politicos de A Coruña, un gran éxito de público y retorno económico, esta última edición que acaba de terminar parece ser que ha tenido un desastroso impacto sobre esta ciudad gallega. Las cifras ofrecidas por las autoridades y organizadores son alarmantes con una disminución del impacto económico de 13 millones de euros (De 15 a tan sólo 2 millones) y de 850.000 visitantes menos (de 1 millón a poco más de 130.000 visitantes en la edición actual).

Es bien sabido la afición de algunos a maquillar los números a conveniencia pero sin entrar en este detalle, como dice el refrán, “Si el río suena, agua lleva”.

Donde no ha cabido el maquillaje ha sido en la comunicación, notándose que el eco que ha generado el evento antes y durante ha sido mucho menor que en la edición del 2012 tanto en la parada en Cádiz como en la de A Coruña.

Esto se achaca a que ha habido una disminución de barcos participantes, de 47 a 32 y a otros factores poco creíbles si hacemos la comparación con la parada de la Tall Ship Race en la vecina capital portuguesa de Lisboa.

Lisboa si se ha demostrado una buena organización y comunicación de su evento. Y es que Portugal tiene una cosa clara respecto a como quiere promocionar su país, encontrando en los deportes acuáticos un gran aliado para su promoción internacional. Ejemplos de ello, a parte de esta edición de la Tall Ship Race son la Volvo Ocean Race y la apuesta clara por el deporte del Surf, siendo sede del europeo junior a parte de tener una parada del circuito internacional – Samsung Galaxy World Championship – y otra en la de olas gigantes – Big Wave Tour -.

Volviendo a España, y en resumen, la Tall Ship Race en Cádiz se puede valorar como aceptable según los analistas locales pese a que la autocrítica les empuja a mejorar problemas de organizacion que no han pasado desapercibidos.

Tall Ship Race 3

En cuestión de A Coruña, el ambiente está mucho más caldeado y el gobierno local tiene en frente a una asociación de empresarios y comerciantes tremendamente descontenta con el resultado de esta edición y a una oposición que no para de ofrecer datos comparativos con tiempos que fueron mejores con respecto a la Tall Ship Race a su paso por la ciudad.

¿Merece la pena organizar y gastar dinero de las arcas generales para conseguir un resultado, que cuanto menos es cuestionable?

Sin lugar a dudas, no. Pero el problema no es el evento, si no la forma de gestionarlo. Por ejemplo, dejar de lado a la masa empresarial local y no involucrar al pueblo es un error que ya se cometió en otros grandes eventos y que al parecer no han servido de ejemplo de lo que no se debe hacer… Hablamos de la America´s Cup, el Gran Premio de F1 de Valencia o las últimas ediciones de la Volvo Ocean Race.

Estos eventos tienen que partir de la base de que tiene que ayudar a que la masa empresarial local, empujando sus negocios y a su vez, conseguir que sus ciudadanos sean lo máximos embajadores del mismo. Dos cosas que ninguno de los consorcios y administraciones públicas encargadas de su organización han conseguido, ganándose a pulso el calificativo de mediocres por su falta de análisis y su visión cortoplacista.