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Se prepara la regata Puig Vela Clàssica, ocasión única de ver los yates clásicos en Barcelona

5 junio 2012

 

Tras muchos años sin albergar a los “clásicos”, gracias a la regata Puig Vela Clàssica, Barcelona ha recuperado desde hace cuatro temporadas su plaza entre las capitales mediterráneas que disfrutan, y permiten gozar a sus ciudadanos y visitantes, de una muestra del desarrollo de la vela deportiva a lo largo de más de 100 años.

La fecha escogida para la regata, del 11 al 14 de julio de 2012, se identifica como la más idónea para la celebración en Barcelona de este acontecimiento deportivo, dado que la gran mayoría de los veleros clásicos se encuentran en las costas mediterráneas inmersos en los circuitos náuticos. Un ejemplo de ello es la regata de Antibes (Francia), que tendrá lugar en junio. En agosto, la regata se trasladará a Mahón (Menorca), mientras que para la de Cannes (Francia) habrá que esperar hasta septiembre.

 

Durante cuatro días, la ciudad albergará piezas únicas de más de 100 años, barcos más actuales,  ajustados a los cánones de pureza y tradición de los más artesanales astilleros y un selecto colectivo de regatistas que, además de competir con la misma fiereza y exigencia que los deportistas más dotados de otras categorías náuticas, integran el estilo y la elegancia que solo pueden asociarse a un mundo teñido de tradición.

Con estas credenciales, el muelle del Real Club Náutico de Barcelona se transformará en un museo flotante rodeado de la camaradería más marinera en un ambiente tan sofisticado como solo puede darse entre los amantes de los yates clásicos. Esta regata aparece así como una oportunidad única para que toda la ciudad se deleite con un espectáculo habitualmente al alcance de muy pocos.

Goletas, sloops, ketches, cutters, yawls… joyas de la náutica de los siglos XIX y XX, se unen en una exhibición de extraordinaria belleza, permitiendo a los asistentes a la regata contemplar de cerca una espectacular danza de armonía y elegancia por la pureza de sus líneas, la fluidez de sus movimientos en el mar y la habilidad de experimentados marinos para extraer de ellos la mejor maniobra, al tiempo que muestran su pericia en la particular ceremonia de los cambios de velas en función de las excelentes brisas de la costa barcelonesa.