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La ballena franca austral como otros mamíferos marinos, busca interactuar con el humano

4 diciembre 2011

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El crecimiento constante de la población humana mantiene una presión en aumento sobre los recursos del planeta y en nuestra búsqueda de justo sustento, trastocamos el orden natural prevaleciente durante miles y cientos de miles de años, provocando una cadena de eventos que van desde la variación del clima hasta la extinción de especies y desaparición de ecosistemas completos.

La mayoría de especies con valor comercial están consideradas como especies amenazadas; entre ellas se cuentan el rorcual o ballena azul, el rorcual norteño, el rorcual franco, la ballena vasca, muchas poblaciones de cachalote y la ballena franca o de Groenlandia. El nombre de Ballena Franca o Right Wale le fue designado por los balleneros, porque se desplaza lentamente, por su sociabilidad y curiosidad. Desgraciadamente esas cualidades juegan en su contra, ya que la hacen un blanco fácil para cazar. De ahí su nombre: ballena apropiada, correcta o franca.

Uno de los últimos descubrimientos sobre esta noble ballena es que las ballenas francas que recorren la costa argentina “buscan interactuar con el humano”, El asesor legislativo en temas de fauna marina y medio ambiente, Edgardo Intrieri explicó en un cable de la agencia de noticias APP que “ha habido casos de personal del Instituto de Biología Marina y Pesquera Almirante Storni que ha estado haciendo buceo y han aparecido delfines, lobos marinos, orcas y ballenas francas, es decir, buscan interactuar”.

Puso como ejemplo además que “hay una actividad que es la pesca artesanal y la extracción de moluscos, donde bajan buzos o con equipos menos sofisticados como una manguera y un compresor que hay arriba de la embarcación, hasta 20 ó 23 metros de profundidad, y se dan muchos casos que aparece una ballena y ni siquiera produce turbulencia”.

“Hay muchas experiencias de más de una década en la costa de Río Negro y no ha habido accidentes, es decir, las actividades de interacción con ballenas no han producido accidentes ni tampoco han generado que las ballenas se vayan”, destacó el asesor parlamentario.

Es muy normal ver a este animal jugando con los botes inflables. El juego más común de una ballena franca consiste en colocarse debajo del bote y sacarlo lentamente del agua (aún con gente a bordo) para dejarlo caer suavemente por el improvisado tobogán de su lomo. Lo mismo hace con los buzos. Es muy normal ver como, al acercarnos con un snorkel por superficie la ballena franca se mete debajo nuestro y sale con mucha suavidad mientras que el buzo, asombrado se ve acostado sobre el lomo de la ballena. Este es un juego de las ballenas, no de buzos.

Más que ser solo una criatura marina fascinante y compañero mamífero, las ballenas, los delfines y los humanos tienen una historia de interacción positiva el uno con el otro. Los delfines interactúan rutinariamente con los nadadores y buzos de una forma muy juguetona, nadando muy de cerca, curioseando alrededor e incluso ofreciendo pequeños empujones cuando una persona los coge suavemente de la aleta dorsal. Son muy agradables y hay relatos de delfines ofreciendo ayuda a los marineros que se salen por la borda, nadadores y personas que practican el surf heridas. Siempre es divertido tener delfines alrededor mientras se nada, bucea o se practica el snórkel, sus personalidades alegres, y juguetonas son muy simpáticos creando un espectáculo feliz y memorable. También están siendo usados en terapias acuáticas dando resultados muy positivos.

La Ballena Franca, como su nombre lo indica, es una animal sumamente pacífico y muy sociable. Es muy común ver a este animal cerca de la costa en la Península Valdés interactuando con seres humanos. Aunque parezca mentira después de años de matanza indiscriminada las ballenas francas se siguen acercando a las embarcaciones y a la personas que están en el agua. Incluso en muchos acuarios donde se entrenan ballenas se usa un método de castigo que consiste en que el entrenador le de la espalda al animal lo que lo deprime notablemente.

Actualmente si bien su población crece a una tasa del 7,1 % anual es necesario protegerlas. Estas ballenas casi desaparecieron bajo los arpones de la industria ballenera y a pesar de que ahora es una especie protegida, se debe continuar protegiéndola a toda costa de potenciales amenazas, que aunque sean menos directas son igualmente letales.