Medio Ambiente Marino

¿Está justificada la caza de ballenas para «fines científicos»?

Esta semana se ha hecho público, que los balleneros japoneses han dado caza a 333 ballenas, se supone que para fines científicos, desde diciembre de 2015.

Las flotas japonesas regresaron el jueves al puerto de Shimonosek, al suroeste de Japón (una de las principales bases de los balleneros) de donde habían partido a comienzos de diciembre, con 333 ballenas rorcuales Minke (Balaenoptera acutorostrata) que según precisó el Ministerio Japonés de Agricultura, Bosques y Pesca, se ajusta al convenio establecido para la temporada 2015-2016.

Durante la campaña 2014-2015 Japón había sido obligado a renunciar a este tipo de pesca por una decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que por la denuncia de Australia había considerado que se invocaban objetivos científicos con fines comerciales.

Tras la decisión de la CIJ, Japón presentó a la Comisión Ballenera Internacional (CBI) un nuevo programa de captura que preveía la caza de 3.996 ballenas en el Antártico en los próximos 12 años lo que corresponde a 333 ejemplares por temporada (que en esta temporada se trataba de 103 machos y 230 hembras, de las que al menos 207 se encontraban preñadas), contra 900 en el programa anterior.

La verdad es que el consumo de carne de ballena es una tradición en Japón, donde se caza la ballena desde hace siglos, aunque la flota ballenera se desarrolló mucho después, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón sufría hambre.

En la actualidad, desde que Japón es una de las naciones más prósperas del mundo económicamente hablando, el consumo de esta carne ha disminuido mucho.

Pero, ¿está justificada la caza de un animal del que corre peligro su existencia?

Paralelamente a la caza, se han llevado a cabo investigaciones no letales con extracciones de muestras de piel y fijación de sistemas GPS para estudiar los itinerarios de migración. Entonces, ¿qué estudios se realizan con los animales muertos? ¿es necesario que sea en tan alto número?.

Parece un poco hipócrita preocuparnos por la suerte de 333 ejemplares de ballena cuando a diario se sacrifican animales para el consumo, pero ¿hasta que punto podemos beneficiarnos de las especies del planeta que nos venga en gana?

Según el IFAW (International Fund for Animal Welfare), a pesar de la prohibición mundial de caza de ballenas y la moratoria de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) hay una importante clausula de escape conocida como «el permiso a la caza de ballenas científica». Estos permisos permiten a los cazadores matar ballenas en nombre de la investigación científica.

Esta clausula de escape fue incluida en el texto de la Convención Internacional sobre la Caza de la Ballena desde 1946, y se mantuvo incluso después de la moratoria sobre la caza de ballenas que entró en vigor en 1986. Pero no hay nada científico al respecto ya que:

• El Permiso de la caza de ballenas científica requiere del uso de carne de ballena. Es decir, para ser vendida o regalada. Esto significa que un permiso científico no es más que una licencia para vender carne de ballena.

• La aprobación de un permiso para la caza científica de las ballenas es otorgado a la nación que lo solicita. En otras palabras, Japón aprueba sus propios permisos para la caza científica sin ningún tipo de control externo o la necesidad de dar alguna explicación.

• No es casual que los únicos países que matan a las ballenas con propósitos científicos son los más interesados ​​en tratar de crear mercados para la carne de estas. El programa para la caza científica de Japón llevó a la muerte a cientos de ballenas en el 2009.

• Es difícil imaginar que cualquier otra investigación científica de una especie se organice en torno al principio de la matanza.

Exiten alternativas para la caza científica de ballenas como la toma de muestras de ADN y un monitoreo controlado los científicos, por lo que no es necesario matar a las ballenas para aprender sobre ellas y sobretodo matar a tal cantidad de ballenas cada año. Se pueden tomar muestras de la piel que las ballenas cambian, de su grasa y de materia fecal. Los científicos pueden incluso tomar muestras de las ballenas cuando exhalan a través de sus orificios nasales, lo que permite la detección de patógenos.

Los científicos del IFAW en su buque de investigación  El Canto de la Ballena  han sido pioneros en tecnologías y técnicas para estudiarlas sin hacerles daño.

Publicado por
A. Estrela

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