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VI Edición de la Regata Puig Vela Clàssica. Medio centenar de barcos clásicos y de época se reuniran en Barcelona

19 junio 2013

Grupo Navega

La VI Edición de la Regata Puig Vela Clàssica Barcelona tiene prevista la participación de medio centenar de barcos clásicos y de época procedentes de nuestro país y de otros rincones del mundo como Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Argentina, etc. Este referente social y deportivo conseguirá reunir a la mejor flota de barcos clásicos y de época del Mediterráneo del 10 al 13 de julio.

Del mismo modo que estas embarcaciones integran una extraordinaria belleza y un legado histórico difícil de cuantificar, un grupo selecto de ellas esconde importantes y fabulosas historias que las hace diferentes, ya sea porque han participado en guerras o han pasado de unos armadores a otros, de los cuales muchos han sido personalidades ilustres (entre ellos presidentes y familias aristocráticas).

Muchas de estas embarcaciones, que ahora admiramos en su esplendor, permanecieron abandonadas en puertos, olvidadas en ríos, hundidas en lagos o arrasadas por huracanes, quedando prácticamente inservibles. Posteriormente, gracias al sueño de apasionados de la náutica, han podido ser resucitadas, manteniendo tal viveza que, a día de hoy, siguen compitiendo en las principales regatas nacionales e internacionales.

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En la VI Edición de la Puig Vela Clàssica Barcelona estarán presentes algunas de estas leyendas marinas, como es el caso del Manitou, convertido por el Presidente de Estados Unidos John F. Kennedy en su barco presidencial, dotándolo de un completo equipamiento de radio y comunicaciones para estar localizable cuando estuviera navegando fuera del Despacho Oval. Pasó tanto tiempo en él que lo apodó la «Casa Blanca flotante”.

El Moonbeam III fue un encargo del abogado británico Charles Plumtree Johnson, propietario inicial de los cuatro diseñados por la familia Fife. William Fife se encargó de la construcción del primero de la serie de barcos conocidos como Moonbeam. Por su parte, el Moonbeam IV fue el último y mayor de los ‘Moonbeams’ construidos, y cuenta con el prestigio de haber albergado a Rainiero de Mónaco para celebrar su luna de miel con Grace Kelly en 1956.

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Otras joyas de la náutica que siguen vivas y que izarán sus velas en las aguas de Barcelona son los barcos de la familia Gucci. El Creole (1927), considerado uno de los veleros más bellos del mundo, participó en la Segunda Guerra Mundial. A pesar de estas singularidades y de ser la embarcación con más eslora de la competición (65,30 metros), arrastra una larga tradición de desgracias, lo que ha hecho pensar a muchos que es un barco maldito.

El Avel, botado en 1896, estuvo enterrado en barro, en un río en Inglaterra desde 1927 hasta que en el año 1990 lo adquirió la familia Gucci. Desde entonces, es regularmente navegado por las hijas de Maurizio Gucci.

Otras leyendas que navegarán este verano por la capital catalana son el Mariette, requisado por el servicio de Guarda Costas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial para la vigilancia de la costa oeste; o los ingleses St. Christopher y Mariquita, de 46 y 38 metros de eslora respectivamente. Este último, pasó por varios propietarios, hasta que en 2004, tras un largo periodo de abandono, fue encontrado y restaurado por un grupo de restauradores de Fairlie, el astillero británico de Hamble, cerca de Southampton.

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Todas estas piezas míticas tienen una característica en común: a pesar de su antigüedad, de las distintas manos por las que han pasado y de las múltiples reconstrucciones, en sus cubiertas aún se puede respirar el aroma de su espíritu original. Se trata de auténticas joyas de museo de la navegación dotadas de patrimonio y cultura náutica que siguen navegando y que raramente podremos ver en grandes ciudades como Barcelona. Tanto la ciudad como los turistas tendrán el lujo de contemplar a modo de museo flotante cómo desfilan los barcos más legendarios de la historia a menos de una milla de la costa y desde diferentes emplazamientos, ya sea desde el Port Vell o el Puerto Olímpico, así como desde la misma playa de la Barceloneta.